Con cada latido de mi corazón, siento la fuerza de mi tierra natal, Cerdeña, corriendo por mis venas. Es un vínculo indisoluble que me conecta a mi pasado, mi presente y mi futuro. Cierro los ojos y me sumerjo en los recuerdos de mi infancia en el pintoresco pueblo de Nuoro, donde cada rincón se impregna de autenticidad y tradición.
La tierra de Cerdeña, con sus colinas ondulantes y sus valles verdes, es un escenario sublime que se despliega ante mis ojos. Sus campos son como lienzos pintados por la mano divina de la naturaleza. A medida que caminas por los senderos de piedra, puedes sentir la suavidad de la hierba acariciando tus pies descalzos, mientras el aroma de las flores silvestres se entremezcla con la brisa cálida que acaricia tu rostro.