El “perro” fue el mote que le colocó un hermano mayor a uno menor. Tenía una contextura gruesa y estatura elevada.
Desde muy joven le agradó la lectura sobre todo las historias de guerra y, así con ese pensamiento belicoso fue creciendo. Se presentó al ejército, pero desafortunadamente fue rechazado por tener un ojo torcido.
Terminada la secundaria se puso a estudiar administración pública, le agradaba dirigir grupos y dar órdenes.
En el amor no le iba muy bien porque siempre se enamoraba de la mujer equivocada, y casi siempre se interesaba por las damas comprometidas. Estuvo a punto de meterse en graves líos de faldas, por los constantes flirteos a mujeres casadas. Afortunadamente la familia lo pudo sacar a tiempo de varios entuertos.
Cuando alguien indignado iba a buscarlo para ajustar cuentas y atentar contra la integridad del “Perro”, los familiares explicaban al sujeto que el muchacho sufría de ataques epilépticos por lo que muchas veces no se encontraba bien de la cabeza y de ahí su comportamiento abusivo.
Aunque eso no era cierto, fue una estrategia que funcionó para evitar una desgracia. El “perro” siempre fue obtuso en su forma de pensar y actuar tomado decisiones erróneas en su vida.