Si la vida fuera lineal, sin complicaciones, obstáculos o simplemente no pudiéramos sentir nada, como robots cuya finalidad es solo cumplir una función… en este panorama, la vida no tendría sentido.
Cuando eres niño, la gente mayor se dedica a educarte, tus padres, tus maestros, los ejemplos diarios del comportamiento de la sociedad van formando tu collage de vida y cuando eres adolescente poco a poco descubres tu independencia y decides si te quedas con los ideales que aprendiste o los cambias. La adolescencia es una etapa muy bonita y a la vez confusa. En esta etapa uno mismo decide entre dejarse llevar por lo que siente o tomar las adversidades para ser una mejor persona cada día. Si el hombre no tuviera ninguna adversidad, jamás se movería del lugar en donde está.
El espacio que nos une nace de estas adversidades, de estas experiencias iniciáticas en el amor. El amor y el desamor son ese combustible que conforman esta novela de largo aliento, en la que el lector encontrará un motivo para reflexionar sobre sus propias adversidades, sobre su propio corazón errante y dolorido.